Problemas alimenticios
La alimentación es una actividad humana donde confluye la necesidad y el deseo. Esa necesidad es vital, en el sentido de determinar la vida o la muerte.
La alimentación es una actividad humana donde confluye la necesidad y el deseo. Esa necesidad es vital, en el sentido de determinar la vida o la muerte, y se manifiesta en forma de hambre y cuando aparece, el cuerpo insta a saciarla mediante la ingesta de alimento. El deseo aparece en forma de apetito y lleva a la mente a buscar alimentos que al ingerirlos produzcan placer.
La alimentación a nivel personal está mediada por pensamientos que determinan la conducta alimentaria. Cuando son ideas equivocadas sobre las propiedades de los alimentos, llevan a las personas a una alimentación desregulada. Por ejemplo, el pensar que tal o cual alimento no engorda basándose en el color del mismo o bien pensar por ejemplo que otro es sano solo por ser bajo en calorías. Además, las emociones individuales ligadas al acto de comer pueden dificultar la alimentación sana y equilibrada. Por ejemplo, personas que se sienten culpables después de comer, independientemente de la cantidad que ingieran, o bien personas que usan la alimentación para sentirse felices. Para complicar más las cosas, alimentarse también se ve atravesado por el significado social, una variable que se suma a las que pueden influir negativamente en la conducta alimentaria.
Alimentarse también se ve atravesado por el significado social
Con toda esta complejidad de frágil equilibrio aparecen problemas de alimentación que son a su vez tanto causa como consecuencia de otros problemas en la salud en general y emocionales.
Clásicamente, los problemas de alimentación se han clasificado en torno a la ingesta excesiva, la evitación de la alimentación total o selectiva y purgas tras un atracón o ingesta.
En mi despacho he trabajado principalmente con personas con un problema para frenar el exceso de ingesta de alimentos. Lo que he venido observado a lo largo de estos años de práctica profesional es que la comida para estas personas adquiere funciones extra e independientes a la nutrición corporal. Ésta suele adquirir una función de sedante emocional y termina por constituir una desviación al procesamiento de las emociones por las vías habituales. Por lo que, desde mi punto de vista, la dificultad no está tan centrada en el desconocimiento sobre nutrición, de hecho muchas de estas personas han realizado a lo largo de su vida múltiples dietas y su conocimiento sobre la nutrición supera el promedio; sino en que estas personas tienden a “comerse las emociones”.
Estas personas tienden a «comerse las emociones»
El abordaje de este tipo de problemáticas se realizará desde tres focos de trabajo: el corporal, el mental y el emocional
¿Cómo se abordan los problemas con la alimentación?
Vía mental
La persona aprenderá a identificar qué representaciones mentales están asociadas a la comida, qué significados están ligados a ella, cuándo empezaron a anudarse esas representaciones al acto de comer y qué es lo sucedía alrededor. Este conocimiento permitirá que la persona entienda para qué sirven esas esas representaciones y qué función ocupa en su vida la comida y pueda con ello modificarlo si es que ese es su deseo.
Vía emocional
Desde el punto de vista emocional es importante que la persona aprenda a expresar las emociones de manera acorde a la propia emoción y evite desviarla o bien expresarla de manera desbordante.
Vía corporal
Desde el punto de vista corporal es importante que las personas empiecen a distinguir la información que les da su cuerpo. Que puedan diferenciar las señales del hambre de las de ansiedad, y ubicar en él dónde se expresan y cómo otras emociones y sensaciones se ubican también en el cuerpo y aprendan a ponerles nombre.