Estallidos de ira
Las personas que experimentan frecuentemente estallidos de ira, suelen sentir un gran sufrimiento por los efectos negativos que generan en los otros frente a los cuales estallan.
Otra de las dificultades en el manejo de las emociones que son consultadas con frecuencia por las personas que acuden a consulta, están relacionadas con las dificultades y las consecuencias que les acarrea el no poder controlar las distintas manifestaciones del enfado.
Las personas que experimentan frecuentemente estallidos de ira suelen sentir un gran sufrimiento por los efectos negativos que generan en los otros frente a los cuales estallan. Es habitual que después de la explosión emocional sientan culpa e impotencia por no tener la capacidad para controlarlos. Esto a su vez les lleva a sentirse tristes y a crear y sostener un pobre concepto de sí mismos: se sienten malas personas, descontroladas, dañinas… Todo ello les impide a su vez resolver adecuadamente lo que les ha llevado al enfado y hace cada vez más probable que las próximas situaciones de tensión no logren dominar el caudal de emociones que sienten y vuelvan a estallar nuevamente quedando encerrados en este círculo vicioso tan nocivo para ellos y para su entorno.
Culpa, tristeza e incapacidad de controlar la ira o el enfado
La culpa, la tristeza y la incapacidad de controlar el estallido emocional son los motivos que les llevan a realizar una consulta con un profesional de la psicología. Es importante aclarar que si la persona que estalla frecuentemente no siente culpa ni se arrepiente del daño generado a otros, la estructura de personalidad subyacente que se encuentra en la base de estas manifestaciones es otra distinta a la neurótica y no es aplicable, por tanto, a aquello que se expondrá a continuación.
Lo que yo he venido observando a lo largo de estos años es que en estas personas el enfado ejerce un rol protagonista por sobre las otras emociones. De modo que es frecuente observar como rápidamente y casi sin que la persona pueda apercibirse de ello, todas las emociones que la persona siente terminan desembocando en enfado. Por ejemplo, es frecuente observar que estas personas cuando sienten tristeza, se sientan frustradas y se enfaden por sentirse tristes o al menos los demás las veamos un lenguaje corporal propio del enfado. Lo mismo sucede con la ansiedad, al estar nerviosos se frustran y se muestran enfadados y molestos con los demás. Al final el enfado y su manifestación a través de explosiones de ira, termina siendo la única vía de comunicación emocional con el entorno y con ellos mismos.
Todas las emociones terminan desembocando en enfado
El trabajo del psicólogo debe enfocarse especialmente en tres áreas principales: el cuerpo, las emociones y el entorno.
¿Cómo se aborda la ira y el enfado?
Área afectiva
Es especialmente importante animar y facilitar a que la persona pueda conocer su mundo emocional interior y que para ello adquiera herramientas para nombrar las distintas emociones. Frente a preguntas del psicólogo que apuntan a cómo se ha sentido la persona en tal o cual situación, no es raro obtener respuestas del estilo: mal, bien, no sé… Por ello el trabajo gira en torno a averiguar qué emoción hay detrás de ese “Mal, bien, no se…”.
También es importante que estas personas se permitan sentir otras emociones que no sean únicamente el enfado y sus estallidos. Que puedan saborearlas, vivirlas y entender que no se van a destruir por sentirse tristes, ni son débiles por sentirse ansiosos.
Área vincular
Una de las dificultades con las que se enfrentan diariamente estas personas son que tienen dificultades a la hora de expresar sus puntos de vista o negociar con los otros sin verse desbordados por sus emociones. Por lo que habrá que trabajar en el sentido de brindar herramientas para que puedan exponer sus ideas sin verse desbordados por enfados y que puedan desarrollar su capacidad de negociación.
Vía corporal
El cuerpo juega un papel principal e indivisible junto con la expresión y experimentación emocional. Por ello el conocimiento del mismo y su exploración son la base de un buen trabajo psicológico. En este caso concreto se trabajará para que la persona pueda detectar cuales son los signos y las señales corporales del enfado y del resto de emociones. Deben poder sentir el calor, la tensión muscular, los micromovimientos como el cerrar un puño, el fruncir el ceño… ser conscientes de ellas y saber qué significan y porqué están apareciendo en un momento determinado.
El apercibimiento de estas señales previas al enfado o a cualquier emoción, hacen que la persona sepa que se encuentra en un estado emocional determinado, quizá que el estallido de ira es inminente y por tanto podría poner en marcha estrategias mentales o conductuales para evitar el estallido emocional, si es que es esa la mejor reacción posible.