Normalmente una persona no sabe porqué acude a un psicólogo, pero no me malentiendan, no es que no sepan porque van a un psicólogo, ya que la persona normalmente tiene motivos para acudir a terapia, solo que éstos no constituyen per sé el motivo de consulta en psicología.
Voy a usar un paralelismo sirviéndome de unos conceptos usados por el maestro Sigmund Freud en su mítico libro La Interpretación de los Sueños. Ahí postulaba la diferencia entre contenido latente y manifiesto en un sueño. Siendo el relato del propio sueño el contenido manifiesto, mientras que el contenido latente es el conjunto de significados que emergen tras reconducir mediante asociación libre los distintos elementos del sueño, y por lo tanto, revelarían cuál es el significado inconsciente de éste. Haciendo uso de esta distinción, el motivo de consulta manifiesto no es otra cosa que lo que la persona trae a terapia en su primera consulta, es aquello de lo que se queja y a lo que desea poner fin. Sin embargo, el motivo de consulta latente es aquello que está por debajo de la queja y del sufrimiento y que en muchos casos averiguarlo y resolverlo puede convertirse incluso en la propia meta del proceso terapéutico.
Para ilustrar esta distinción quiero hablaros de Juan, un hombre corpulento y bonachón que acude a terapia para intentar lidiar con los embistes de uno de sus compañeros de trabajo, lugar al que acude diariamente desde hace más de quince años. Este no solamente le hace vacíos y denigra, si no que lidera conspiraciones junto con sus compañeros con el resultado de que Juan termina siendo infravalorado en su trabajo.
Podríamos decir que éste es su motivo de consulta, el que su compañero le acose en el trabajo, y de hecho es de esto de lo que él se queja constantemente en sus sesiones. Si tomáramos este hecho como el motivo de consulta per sé sería interesante seguir varias líneas de trabajo terapéutico que son o bien intentar intervenir directa o indirectamente en la interacción entre él su compañero o bien entrenarle en una serie de habilidades de comunicación y negociación para que pudiera salir airoso de la relación con su compañero.
Pero este no es ni de lejos a lo que denomino motivo de consulta latente.
En el caso de Juan encontrarlo supuso atravesar varias sesiones. Primero, Juan hizo un recorrido sobre cómo habían sido estos años en su trabajo y cómo la situación con su compañero había empeorado hasta llegar al punto actual insostenible. Parece que lo que molesta a éste de Juan es que tiene mayor antigüedad en la empresa y por tanto mayor rango, por lo que el compañero se habría dedicado durante años a mermar el autoestima de Juan y a denigrar el trabajo frente al jefe y compañeros con el fin de ser reconocido en ese lugar que no le corresponde por méritos. Como la tarea del psicoanálisis consiste en que la persona pueda asociar y tener presente los paralelismos que se producen en su vida, continuamos analizando en qué otras situaciones él podría haberse sentido denigrado. Ahí lo que emerge es un duro proceso de separación entre Juan y la que fue 15 años su mujer, Ana, quién de manera muy cruel se centró todo el divorcio en poder obtener el mayor rédito económico quedando el hijo de ambos a cargo suyo desde ese momento. En esta sesión la pregunta principal era qué le había llevado a enamorarse de esta mujer tan aparentemente opuesta a él. La respuesta hizo que buceara en aquellos años de enamoramiento donde en no pocas ocasiones se vio envuelto en situaciones donde ella le humillaba o hacía escenas de alto contenido dramático delante de otros en las que él, por vergüenza, decidía no actuar. La pregunta que hizo de cierre en una sesión marcó el antes y el después de este proceso terapéutico: ¿Por qué había aguantado tantos años en esas relaciones tan insatisfactorias?
En la sesión siguiente más lúcido y locuaz que nunca, Juan contó el verdadero drama de su linaje: una familia paterna muy pobre que había sido objeto de distintas humillaciones frente a las cuales no habían podido revelarse ya que habría supuesto perder el precario modo de sustento. De esto concluyó que él mismo no sabe defenderse ni poner límites a las personas y desde mi punto de vista es ésto lo que constituye el motivo de consulta latente.
Este descubrimiento permitió que el proceso terapéutico de Juan pudiera desanclarse de la queja y avanzar en otras direcciones, lugares a los que no se hubiera llegado al no distinguir el motivo de consulta latente del manifiesto.
0 comentarios